Me encontraba sumido en mis pensamientos esperando que me pasen mi orden estilo hawaiana, en ese instante me doy cuenta con cierto disimulo, así como mirando con el rabito de ojo que las personas de la mesa de al lado se encontraban disfrutando de un delicioso menú, en el que se podía apreciar hamburguesas para las niñas, diferentes y exóticos vasos de jugos de frutas, un plato de tallarín (pronúnciese espagueti si no es de su nivel la palabra tallarín), pizza para el señor de la casa (para proteger su identidad desde aquí lo llamaremos Emilio) y no vi que se servía la esposa por la razón de que habían sentado a su pequeña bebe en la silla tipica que se encuentra en los restaurantes, en la que uno queda atrapado... Bueno la silla era lo que me impedía tener un campo de visión lo suficientemente grande para reconocer el plato, ah por cierto, la pequeña niña en un instante de enojo o extremo calor (she feels hot en otras culturas) volteó el vaso para propiciarse una baño, según mi conciencia el baño con jugo mejora el cutis y lo protege de los rayos UV, imagino que era de guanábana ya que tenía el mismo color que el mío que para ese entonces ya me lo habían pasado como para que me entretenga un ratico, el tiempo pasaba y la comida se terminaba, en eso el mesero muy amablemente (ante todo la cultura) se dispuso a pasarles la cuenta en una batea de madera (sustituya “batea” por “fuente de madera” “plato light ecológico”). El esposo se disponía a pagar la cuenta con su MasterCard a lo que el mesero le responde que no les funciona el aparatico ese que deslizas la tarjeta y se cobra lo que te serviste, oh sorpresa de todos no contaban con la confabulación del universo para justo en ese restaurante, a esa hora y en este día nadie tenga dinero del de papelito. La primera reacción fue de disgusto hacia el cobrador debido al descuido de no hacer reparar el dispositivo lector de tarjetas, aquí los posibles escenarios:
1. Escenario 1: En el supuesto caso de que tenga una señal secreta con mi familia, hacía uso de ella indicándoles que huyan, pero la bebe se encontraba aprisionaba en dicha mesa convertible.
2. Escenario 2: Me levanto a reunir entre los presentes de centavito en centavito hasta completar un dolarito entre los demás comensales, para mala suerte si es que en verdad existe eso, solo estaba una pareja de enamorados en otra mesa y yo.
3. Escenario 3: El que utilizó la Emilio y su familia, entre todos comenzaron a hacer vaca recordando los viejos tiempos en que se reunía con sus amigos a tomar cerveza, cada integrante apoyaba con lo tenía en sueltos, billetes, anillos de compromiso, cadenas de oro, aretes, no mentira no era para tanto; solo monedas y billetes;
Ya para ese momento a Emilio se la había quitado el hambre devolviendo con tristeza su plato de tallarín, terminé mi merienda y me retiré, no sé cómo se las arreglaron o si consiguieron el dinero suficiente para cubrir los gastos, que según lo que vi, si era una cuenta grande.
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