martes, agosto 26, 2008

EL TORO DE EL ROSAL

Cuentan que por los años de 1940, en la ciudad de Tulcán, a pretexto de una ola de frío y de cierta holgura económica por la baja del peso colombiano, habían aumentado escandalosamente el número de bares, cantinas, discotecas, billares y otros lugares más destinados a la diversión malsana,, por los mismo se estaba fomentando el vicio y la corrupción de nuestras sociedad. De la hacienda “El Rosal” se había extraviado uno de los mejores toros, de color barroso, de sólida, grande y filuda cornamenta, por lo que su propietario ofrecía una magnífica recompensa, a quien informara del paradero del animal. Mientras tanto, se dice que en la ciudad de Tulcán apareció un toro de las mismas características del animal perdido; que recorría las calles de ciudad, luego de las doce de la noche, completamente enfurecido, bufando y botando espuma por el hocico, y por lo tanto embestía a todos quienes encontraba a su paso. Que regularmente, después de las reuniones de diversión y de haber ingerido abundante aguardiente se iniciaban los escándalos que terminaban en destrucción del local y a continuación salían a las calles y proseguían con peleas y como resultado: muertos y heridos. En estas circunstancias y cuando las riñas tomaban cuerpo, aparecía el toro de El Rosal que, con su furia salvaje, arremetía a los viciosos trasnochadores, debiendo ser internados en el hospital para ser curados de sus graves heridas. El toro de El Rosal continúo rondando la ciudad por mucho tiempo, habiendo logrado la tranquilidad y la paz ciudadana.

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